Le Corbusier y Amancio Willliams en la Casa Curutchet (Por Daniel Merro Johnston)

N. de la R.: Esta nota fue publicada originalmente en Revista "1:100", año 2 nº 9, de abril de 2007 (ISSN 1669-5380). El texto sintetiza la Tesis Doctoral del autor, actualmente en desarrollo en la Universidad Politécnica de Madrid. El título está registrado por el autor (El autor y el intérprete - Le Corbusier y Amancio Willliams en la Casa Curutchet ®). "Querido amigo, usted es realmente extraordinario" (Correspondencia, Le Corbusier a Amancio Williams: 03-05-48).
Le Corbusier hizo este comentario a Amancio Williams en el año 1948, cuando apenas se conocían aunque existía intercambio de textos, investigaciones y proyectos entre el mítico 35 Rue de Sevres de Paris y el estudio de Buenos Aires.
¿Le expresaría semejante halago Haydn a Mozart mientras intentaba interpretar al piano sus partituras imposibles? ¿O Beethoven a Ferdinand Ries, su discípulo, cuando le hacía copiar sus sinfonías, antes de convertirse este último en un gran compositor?
¿Representaría Amancio la necesaria síntesis entre arquitectura e ingeniería, que había planteado Le Corbusier en "Vers une architecture"?. Ambos compartían su ilusión en la capacidad del hombre moderno y en la técnica para ordenar el mundo, sus reflexiones y sus nuevos trabajos.
La relación entre ellos había comenzado un par de años antes: "Usted tiene mucho talento. Todo esto respira el aire del mar abierto, del océano y la pampa, trayéndonos el sentido del espacio y de la decisión cuya ausencia parece ser la debilidad de Europa y el occidente en particular" (Correspondencia, LC a AW: 09-04-46), escribía el maestro a Williams al conocer sus primeros trabajos.
Le Corbusier, por su parte, muy interesado en convertir a Buenos Aires en una gran capital del Mundo mediante un Plan que había comenzado a imaginar en su viaje de 1929 a América, no recibía buenas noticias de su amigo: "Tengo que explicarle el silencio que le asombra y que usted asigna a una falsa información. Este silencio se debe a un triste hecho: Buenos Aires ha olvidado su visita" (Correspondencia, Amancio Williams a Le Corbusier:: 23-06-46)
En 1947 se conocen personalmente en París. El argentino explica su magnífica propuesta para un edificio de oficinas que terminaba de proyectar y sueña con un futuro industrial, preciso y moderno para sus obras cuando Le Corbusier le presenta a Jean Prouvé.
Pero la prueba de fuego llegaría en 1949, cuando Le Corbusier lo elige para dirigir su proyecto más reciente, la Casa Curutchet en La Plata. En ese momento cambian los roles: de amigos a colaboradores. En lugar de debatir sobre conceptos y teorías de la modernidad en abstracto, tendrían ahora que compartir la misma obra y en algunos casos situarse uno a cada lado del atril. Las condiciones variaron sustancialmente: de maestro y discípulo a autor e intérprete.
"Es importante distinguir dos momentos, o más bien dos estados de la música: la música en potencia y la música en acción" (Stravinski I., "Poética musical",1942).
Si interpretar es explicar el sentido de la obra, es decir, apreciar la intención respecto del "valor" al que se dirige, descubrir su significado, entender el proyecto como consecuencia de su contexto y de su tiempo, interpretar la Casa Curutchet de Le Corbusier supone comprender y manifestar explícitamente la comprensión de este proyecto, descifrarlo, descomponer su proceso productivo, descubrir su coherencia y asignar significados intencionales a sus partes y a la totalidad.
Pero la tarea que le espera a nuestro intérprete es también poner la partitura inicial de Le Corbusier en términos de ejecución, traducirla al lenguaje de la materia, analizar los costes, programar y asignar los tempos de cada parte y de la totalidad de la obra, ora un adagio y ora un presto, y además elegir quién las cuerdas, quién maderas y metales.
Con los 16 planos de Le Corbusier en la mano, más algunas perspectivas y fotografías de la maqueta que representan, al decir de Bajtin (Bajtin M. "Teoría y estética de la novela", 1989), "el enunciado", es decir, la primera opinión intencionada por parte del autor, el primer eslabón de una compleja cadena de opiniones complejamente vinculada entre sí, Amancio Williams inicia su concierto conformando un importante equipo de trabajo que visita el lugar en junio de 1949.
Seguramente se haría muchas preguntas: ¿Cuál es la genealogía de este proyecto y cómo se vincula con la teoría doméstica del maestro? ¿Es ésta una "máquina de habitar"? Por su propia formación, Williams nunca intentaría la materialización de esta obra sin antes comprenderla profundamente en sus mismas estructuras, su lenguaje interior y su sentido.
Desde la lectura hacia la escritura en su largo proceso de trabajo, el dibujo y sus diferentes técnicas adquiere un valor de gran trascendencia en la representación, traducción, transformación e interpretación de la obra.
Antes que nada hay que entender el texto recibido, en un primer movimiento rápido, un allegro.
El intérprete intenta un re-conocimiento a través de sucesivas copias de los planos recibidos utilizando diferentes técnicas. Dibujos de dibujos, dibujos sobre dibujos. Trata de copiar lo que ve como una inmejorable forma de analizar o de aprender, poco habitual para la época. Comienza transcribiendo personalmente y a mano alzada sobre papel transparente todos los planos del proyecto de Le Corbusier, plantas, secciones y alzados. Luego vuelve a re-dibujarlos, esta vez con instrumentos.

El autor es Arquitecto, Profesor Universitario, y está vinculado a la enseñanza de la arquitectura en Argentina y España desde 1983. Ha sido Profesor invitado en varias Universidades Argentinas, Españolas y Cubanas. Actualmente, está finalizando sus estudios de Doctorado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid con una Tesis Doctoral denominada "El autor y el intérprete. Le Corbusier y Amancio Williams en la Casa Curutchet".